ANÁLISIS DE ACTUALIDAD – DICIEMBRE EL DERECHO UNIVERSAL A LA SALUD El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…” “Todo individuo tiene derecho a la vida…” “Todo individuo tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios…” Ese mismo año, el 7 de abril, se había creado la Organización Mundial de la Salud. Su objetivo era velar para que todos los pueblos pudieran gozar del máximo de salud entendida como un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedades. Sin embargo, aquellas declaraciones siguen siendo para muchos una utopía. Es triste que más de cincuenta años después de la Declaración de los Derechos Humanos, en Septiembre de 2000, 189 países tuvieran que suscribir la Declaración de los Objetivos del Milenio a alcanzar en el año 2015. Lo que la humanidad debería ya haber alcanzado, sigue siendo meta, que de tan básica avergüenza: reducir la mortalidad materna asociada al parto, reducir la mortalidad infantil, luchar contra el SIDA y garantizar el acceso a medicamentos básicos. Y así, una gran parte de los hombres y mujeres que pueblan este mundo no conocen ni conocerán una vida digna y plenamente humana. El hambre y la desnutrición, la desertización progresiva y la falta de agua potable, los desastres naturales, la escasa investigación y desarrollo de medicamentos para enfermedades tropicales, el alto precio de los medicamentos no genéricos, abren cada día más la brecha entre los que nos beneficiamos de los avances de la ciencia médica y aquellos que mueren de hambre, sed o enfermedades tratables. Todos los seres humanos nacemos iguales, hasta ahí es cierto, todos sufrimos dolor, enfermedad y muerte. Pero sólo unos pocos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos. En nuestro país está reconocido en la Constitución el derecho de todo ciudadano a la protección de la salud, derecho que, para ser efectivo, requiere de los poderes públicos la adopción de las medidas idóneas para satisfacerlo (Ley General de Sanidad 1986). Pero además la política de salud estará orientada a la superación de los desequilibrios territoriales y sociales. En los últimos años, se han transferido a las diferentes Comunidades Autónomas las responsabilidades en cuanto a dicha política de salud. En la Comunidad Autonómica Vasca, el Plan Estratégico Osasuna Sainduz en 1993 y la Ley de Ordenación Sanitaria en 1997, permitieron desarrollar un sistema sanitario público universal, estable, y solidario, en el que se reconocen los derechos y las obligaciones de los pacientes y sus familiares. La Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud de 2003 y el Real Decreto por el que se establece la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional de Salud de 2006, han permitido la equidad en la asistencia sanitaria a todos los ciudadanos del Estado español. En su artículo 3 la Ley de Cohesión dice además que las Administraciones Públicas orientarán sus acciones en materia de salud incorporando medidas activas que impidan la discriminación de cualquier colectivo de población por razones culturales, lingüísticas, religiosas o sociales. Pero lo que en nuestra tierra es realidad que no tenemos que dejar volar con el viento neoliberal que arrecia, más allá es ausencia. Sistemas sanitarios frágiles, corruptos o a los que sólo tienen acceso los ciudadanos acomodados o de las grandes ciudades, permiten que las infecciones maten poco a poco, y que las enfermedades no se traten o se traten tarde y mal. La debilidad, la desnutrición, la soledad de la estigmatización, la muerte absurda e innecesaria… golpean cada día a los que no son noticia. ¿Será que no era tan universal la Declaración de los Derechos Humanos? “Todo individuo tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios…” OTRA MIRADA… Me hubiera gustado conocerte en otro lugar y en otro tiempo. Me hubiera gustado verte entre los amigos con tu sonrisa franca, o jugando al fútbol, o en tu trabajo duro y sucio, o concentrado en aprender esta lengua nuestra tan distinta de la tuya, o sobre tu alfombra negra y ocre rezando a tu dios en este tiempo difícil… Me hubiera gustado conocerte quince días antes, allá en Argelia, cuando con tu hermano paseabas por las calles de tu ciudad, o con tu madre que preparaba para ti té y dulces, o cuando escuchabas las palabras de tu padre para ese hijo que ya se estaba yendo una vez más a esa tierra húmeda y fría del Norte, algo más triste y cansado que otras veces. Pero no fue así. Te conocí en el hospital, habías ingresado unos días antes porque no te encontrabas bien, el vientre se te había hinchado, te costaba respirar ese mismo aire de todos. Me avisaron una mañana de Agosto… Desde entonces sólo sé que te llamas Youssef , que naciste hace veinticuatro años en un pueblo sin nombre del sur de Argelia , a 150 kilómetros de Orán, que allí sigue tu familia a la que envías un dinero cada mes, el que ganas en una ferrallería de Hernani, que eres berebere musulmán… y que la vida se te escapa. Un cáncer de estómago te quita aquello por lo que tanto luchaste. El primer día que te vi estabas en la habitación, tumbado sobre las sábanas ásperas del hospital. Nadie te acompañaba. Mirabas el techo. Sobre la mesilla tan solo un vaso de agua. Los médicos que te habían atendido hasta entonces no te habían explicado mucho. Cuando entré en la habitación me presenté, no sé si llegabas a entender qué era la Oncología, sólo sé que me diste […]
ANÁLISIS DE ACTUALIDAD – NOVIEMBRE MI RECUERDO DEL PADRE ARRUPE El Padre Arrupe fue muy cercano a nosotros, los jesuitas de Centroamérica, durante sus años de Superior General, de 1965 a 1983. Fueron años de una novedad radical, de generosidad y riesgos, de creatividad sin límites, y comenzó también la letanía de mártires jesuitas por la justicia, en número de cuarenta y nueve. En esos años, en nuestras relaciones con el Padre Arrupe hubo una primera época de tensión, otra de reconciliación y por último una época de agradecimiento y admiración profunda. Me tocó vivirlo de cerca, y eso es lo que quiero contar con sencillez. Desde comienzo de los setenta en Centroamérica, bajo el liderazgo de Ignacio Ellacuría, de Portugalete, y de César Jerez, de Guatemala, los jesuitas habían sido pioneros y se habían adelantado a lo que, después, la CG 32 definió como nuestra identidad. En palabras directas y ante las que no cabían subterfugios la congregación se preguntó: “qué significa hoy ser compañero de Jesús”. La respuesta fue también radical, e inaudita, y sigue resonando hasta el día de hoy: “comprometerse bajo el estandarte de la cruz en la lucha crucial de nuestro tiempo: la lucha por la fe y la lucha por la justicia que la misma fe exige”. Estas son quizás, pienso yo, las palabras más radicales que hemos pronunciado los jesuitas desde el tiempo de San Ignacio. Arrupe fue el que había convocado la CG 32, aun en contra del parecer de muchos de sus colaboradores cercanos, pues éstos pensaban que el tiempo no estaba maduro para una Congregación General, dadas las fuertes tensiones con el Vaticano. Pero Arrupe, en contra de ese parecer, la convocó por propia decisión. Dijo después que había sido “la decisión más importante de todo su generalato”. Y a mi modo de ver, no le faltaba razón. Pues bien, antes de la “fe y justicia” de la CG 32, en El Salvador, ya habían ocurrido muchas cosas. En 1972 los jesuitas tuvieron que abandonar la dirección del seminario por poner a producir las novedades de Medellín. En 1973 el Colegio Externado San José fue encausado oficialmente por el gobierno de la república por “enseñar marxismo” y “poner a los hijos en contra de sus padres”. En 1972 Rutilio Grande, con otros tres jesuitas, en Aguilares, zona campesina, denunció a los opresores, “hermanos caínes” los llamaba, y defendió a los campesinos, y en 1977 fue asesinado. Contra la UCA ya en 1971 comenzaron ataques fuertes y burdos: había denunciado el fraude electoral del 72, la opresión de la oligarquía y el ejército, y la estructura injusta del país, todo ello universitariamente, con estudios bien fundamentados sobre el tema. En 1976 explotó la primera de veinticinco bombas en el campus. La “fe y justicia” había comenzado. Con limitaciones y algunos errores, suponía una novedad radical dentro de la Compañía de Jesús, y no era fácil entenderlo. En Roma Arrupe no fue bien informado y pienso que tampoco fue bien asesorado, y quería frenar la nueva dirección que tomaban los jesuitas. Sugirió, por ejemplo, que el Padre Ellacuría se quedase en Madrid trabajando con Zubiri, lejos de El salvador. Y un año después de comenzar la maestría en teología, a finales de 1974 nos advirtió muy seriamente de la posibilidad de cerrarla. Fueron, pues, relaciones muy tensas con el Padre Arrupe, aunque creo que siempre con honradez de parte y parte. Pero todo cambió alrededor de 1976, y de ello pude tener experiencia de primera mano. Permítaseme, por ello, un recuerdo muy personal. El Padre Arrupe nunca nos pidió, como suele ser habitual, «prudencia», lo que normalmente significa dar marcha atrás, abandonar a la gente, cobardía. A finales de junio de 1976, para mi sorpresa, Arrupe me llamó a Roma, pues quería hablar con un teólogo de la liberación, antes de hacer un viaje por América Latina. Durante una semana nos reuníamos un rato todos los días, 11 horas en total. Arrupe preguntaba y comentaba sobre muchas cosas, pero salía a cada paso el tema de “fe y justicia”, como problema importante en sí mismo y en relación con la provincia centroamericana. Ya he recordado algunas cosas importantes que pasaron. Varios de nosotros lo tomamos como un revivir la fe y la vocación, y muy novedosamente nos sentirnos parte de un pueblo pobre y oprimido. Pero también se generó una fuerte división y confrontación internas. Y hacia fuera, ya he dicho que arreció la difamación y la persecución. Ese era el contexto real de nuestras conversaciones, y Arrupe, obviamente, escuchaba con interés. Pero lo que más me llamó la atención es que hablaba con toda paz de todas estas cosas. Creo que, con mejor información, comprendió mejor las cosas. Se alegraba de los pasos que habíamos dado en Centroamérica, y las persecuciones le convencieron de que aquello debía ser cosa de Dios. Nos seguía advirtiendo de los peligros y los errores, y lo hacía como era su deber. Pero en la conversación fraternal se alegraba sobre todo de que pusiéramos a producir la “fe y justicia”. Los jesuitas creo que también llegamos a apreciar sus advertencias y críticas, y procuramos asumirlas. Por coincidencia, esos días en la curia estaban entonces preparando los trámites para elevar a Provincia lo que era Vice-provincia independiente centroamericana. Y ocurrió algo que me emocionó. En la carta que acompañaba al cambio de status, Arrupe quería “pedir perdón” a los jesuitas de Centroamérica por las tensiones que había habido. Sus asistentes le disuadieron, pero, si no en el lenguaje, sí mantuvo el mensaje: había habido “malos entendidos”, pero la alegría es que se habían superado. Con mejor información, y con honradez e inmensa humildad Arrupe cambió su relación con nosotros, de lo que el P. Ellacuría hablaba con sencillez y con gran gozo. Espero que algo de esa honradez y humildad se contagiase también a nosotros. Lo que acabo de recordar muestra la honradez y delicadeza de Arrupe, pero también explica cómo abordó él la lucha por la […]
ANÁLISIS DE ACTUALIDAD- OCTUBRE 2007 Martín Iriberri Villabona Fundación Ellacuría – Bilbao Después de unos cuantos años en el ámbito de la intervención social acompañando personas en situación de máxima vulnerabilidad (menores en situación de desamparo, personas toxicómanas y sus familias, personas privadas de libertad, personas extranjeras en situación administrativa irregular…) tengo el convencimiento profundo de que sólo el conjunto de una sociedad movilizada y comprometida, es capaz de volver a socializar, de volver a su condición de ser social, de ser persona, a su condición más profunda de ciudadano, a las personas más vulnerables o vulneradas. Abordaré el tema de “Nueva Sociedad de Inmigración: algunos enfoques” desarrollando cinco puntos. El primero será lo que llamaré un “acercamiento frío” al fenómeno. El segundo punto intentará describir los dos escenarios en los que nos movemos, con cierta indefinición, en España en los últimos años. En los puntos tercero, cuarto y quinto, describiremos algunos de los retos actuales en el ámbito de las personas y familias de personas inmigrantes extranjeras, de las administraciones públicas y de la sociedad civil y el tercer sector. 1. Un acercamiento frío al fenómeno de la inmigración en España Siempre que medimos estadísticamente un fenómeno nos da la sensación, como sociedad, de que podemos llegar a dominarlo. Detrás de toda estadística social hay historias de vidas concretas, sueños y dignidades en juego. No es diferente en el caso de las estadísticas que intentan medir, y lo consiguen sólo de modo parcial, el fenómeno de la inmigración en España. La población extranjera empadronada en España ha pasado de apenas 600.000 personas empadronadas en 1998 hasta los más de 4.500.000 de la actualidad. Las autorizaciones de residencia y trabajo de menos de 700.000 en 1998 a más de 3.000.000 de personas en enero de 2007, y las altas de trabajadores extranjeros a superar los 2.000.000 el pasado mes de septiembre. Estos crecimientos nos han puesto en los mismos índices de población extranjera de los países con más larga trayectoria en esta evolución de Europa, con la diferencia de que el fenómeno se ha dado en España en apenas los 10 últimos años. Como decía, las estadísticas son frías entre otras cosas porque lo que cuentan son personas, y personas en una situación de vulnerabilidad muy grave, en una especie de zona de sombra o zona gris en la que la sociedad de acogida (que no los movimientos macroeconómicos interesados en su presencia entre nosotros) les colocan. Los estudios del Gobierno Central y de muchas comunidades autónomas plantean la necesidad de generar más afiliación a la seguridad social para mantener los actuales índices de crecimiento económico y aliviar el sistema de pensiones, y esas nuevas afiliaciones, esos nuevos nichos de trabajadores y trabajadoras no nacieron aquí en las pasadas décadas. Son las personas de las que acabamos de hablar en las estadísticas. Como en el conocido adagio respecto del colectivo turco en Alemania hace 20 años, “buscábamos trabajadores y llegaron personas”. ¿Y, qué pasaría en una posible etapa de recesión económica? Los inmigrantes no han nacido aquí pero vinieron cuando se les necesitó ¿podrían quedarse aunque ya no les necesitáramos? Quizá si mantenemos clara la frontera de que “no han nacido aquí” sería fácil distinguirlos de nosotros y nosotras a la hora de enfrentar una hipotética recesión, pero habría que asegurarse entonces de que, mientras la economía les necesite, su presencia en España no les genere demasiados “derechos de ciudadanía”. Les pido disculpas si estoy siendo demasiado realista, quizá incluso lo que en filosofía se llamaría cínico. ¿Ven cómo las estadísticas son frías sino están acompañadas de conocimiento, de ciudadanía, de historias de vida? Ahondando un poco más en el tema, ¿cómo delimitamos el tiempo en que una persona o una familia es extranjera entre nosotros? ¿Y cómo diferenciamos entre estos cuatro millones y medio de personas aquellas que son extranjeras comunitarias y quizá van a un colegio extranjero como el colegio inglés o el colegio alemán, de aquellas que son y serán por muchos años “inmigrantes” a pesar de compartir idioma o adquirirlo, de formarse, de descansar, de participar o de consumir entre nosotros? ¿Cómo delimitamos el tiempo en que una persona o una familia es extranjera entre nosotros? ¿Y cómo diferenciamos entre familia extranjera y familia inmigrante? La actual legislación de extranjería lo tiene muy claro: son cinco años renovando en la correspondiente comisaría de policía su autorización cada año y cada dos años, más otros cinco de permiso permanente, y después… Claro que las personas extranjeras de la ampliación de la Unión Europea, y las personas procedentes de Latinoamérica lo tienen más fácil. Es lo que se llama la etnificación en el control de los flujos, y esto tampoco aparece reflejado en las estadísticas. 2. Dos escenarios posibles: el escenario de la “Falsa Invasión” frente al escenario de la “Necesaria construcción de una nueva cohesión social” El fenómeno de la inmigración, como todo fenómeno social, es integral, es decir, que afecta en mayor o menor medida a todo el ser, estar y sentir de nuestra sociedad. Y como tal produce en las sociedades que lo experimentan, también en este caso en la española, una reacción de defensa ante la nueva situación. Es una defensa paradójica porque si observamos con detenimiento las encuestas que se hacen sobre la percepción de la población española sobre la inmigración (y no nos olvidemos de que hasta apenas hace 10 años España tenía más personas residiendo en el extranjero que personas extranjeras dentro del territorio nacional) observamos que los sectores de población más acomodada son los más tolerantes y abiertos, mientras que las personas que se sienten amenazadas de exclusión por el sistema, (dificultad de acceso a la vivienda, precariedad laboral, deficiente cobertura de los servicios sociales…) se manifiestan como más intolerantes. Surge el discurso de “la invasión” de la imposibilidad de compartir con ellos y ellas nuestro Estado de Bienestar, el miedo a perder la propia identidad cultural, la inseguridad de compartir el espacio de la pluralidad religiosa después […]
Ante la próxima convocatoria electoral en corporaciones locales, forales y autonómicas, los cristianos y cristianas estamos llamados a emitir un voto el próximo domingo día 27. No sólo a eso, en los posteriores acuerdos de gobierno y en la ejecución de las distintas las políticas en las corporaciones, estamos llamados y llamadas a exigir de nuestros representantes compromiso con el bien común, especialmente con los intereses de los colectivos de personas más vulnerables o vulneradas. Os presentamos unas líneas que nos pueden servir de guía y de contraste en esta tarea que el domingo día 27 tan sólo comienza, y que a lo largo de los próximos cuatro años deberá reclamar nuestra atención, nuestro discernimiento, nuestra oración, y también nuestra movilización cuando sea necesaria. El colectivo de sacerdotes valencianos reunido en el Grup de Rectors del Dissabte (se reúnen habitualmente ese día de la semana) ha aprobado un documento con consideraciones sobre las próximas elecciones autonómicas y municipales. El texto ha sido aprobado por la treintena de presbíteros del grupo y está firmado de cara a su difusión en los medios de comunicación por los nombres más representativos y conocidos del mismo (Ximo García Roca, Julio Ciges, Josep Antoni Comes, Honori Pasqual y Vicent Ruix, entre otros). ANTE LAS ELECCIONES AUTONÓMICAS Y MUNICIPALES DE 2007 Los miembros del Grup de Rectors del Dissabte, que nos reunimos para revisar y potenciar la tarea evangelizadora que realizamos en ambientes populares, obreros y estudiantiles, con una perspectiva de inculturación en nuestro pueblo valenciano, hemos reflexionado desde la fe en Cristo Resucitado sobre las elecciones municipales y autonómicas que el 27 de mayo vamos a celebrar. Como bien señala el Concilio Vaticano II, la fe, lejos de llevamos a una evasión de las cuestiones temporales o terrenas, nos empuja a comprometernos más profundamente en su transformación a fin de hacerlas más humanas, justas y solidarias, siempre al servicio de todo el ser humano y de todos los seres humanos (Cfr. GS nº 43). Por eso la fe siempre conlleva una denuncia de lo injusto e inhumano y una afirmación de aquello que favorece la construcción de una sociedad más democrática, libre y participativa. Si no es así, no es verdaderamente fe cristiana. Para iluminar, pues, el compromiso cristiano ante las próximas elecciones, hemos examinado la realidad social y política que vivimos, con el fin de ofrecer unos criterios generales de discernimiento: Por una sociedad de diálogo, colaboración y participación de todos El deterioro de la acción política mediante la descalificación, el insulto personal, la mentira y el encubrimiento, están conduciendo a la crispación de la convivencia ciudadana y al desprestigio de la tarea política. Conscientes de que la forma más humana y civilizada de resolver los problemas y conflictos es recurrir al diálogo y la negociación, APOYAMOS las propuestas que sometan la acción política a los criterios éticos de la paz, el diálogo, la libertad y la justicia. Es necesario establecer mecanismos de diálogo y colaboración entre gobierno y oposición, y entre éstos y la sociedad civil. Por una sociedad plurinacional y con solidaridad entre sus pueblos Algunos grupos utilizan los sentimientos identitarios de los pueblos y Comunidades Autónomas, para crear un clima de hostigamiento y enfrentamiento interesado entre los ciudadanos y ciudadanas del Estado Español. Sabedores de la riqueza que constituyen las diversas identidades culturales y lingüísticas de nuestros pueblos, APOYAMOS las propuestas que favorezcan un auténtico respeto a las identidades nacionales y a los deseos democráticos de su ciudadanía, y una real solidaridad entre las diversas Autonomías. Por una sociedad acogedora con los inmigrantes y defensora de sus derechos Nuestro bienestar es a costa de los países del sur, cuya situación sin salida obliga a sus gentes a inmigrar. Hiere nuestra conciencia humana y cristiana el trato vejatorio que se da a las personas inmigrantes, reducidas a la dimensión laboral y sometidas a la discriminación institucional y la negación de sus derechos básicos. APOYAMOS, pues, las propuestas que tiendan a crear en los pueblos del sur condiciones que eviten la emigración forzosa, así como las encaminadas a humanizar la situación de las personas inmigrantes en nuestro país, reconocer sus derechos civiles, políticos y sociales, y fomentar activamente la convivencia. Por una sociedad respetuosa del territorio y con proyectos sostenibles Es un hecho alarmante el abuso especulativo y la explotación de la tierra, convertida en simple yacimiento de beneficios económicos. La destrucción de los espacios colectivos y la degradación de los recursos naturales por intereses particulares y de las grandes empresas, hipoteca gravemente el futuro de nuestro territorio. Por ello, APOYAMOS las propuestas que, para evitar toda especulación, garanticen el carácter primario de la tierra como bien público, el control ciudadano de su uso, desde criterios ecológicos y proyectos sostenibles, y el respeto a los derechos de las generaciones futuras. Por una sociedad que priorice los servicios públicos y atienda a los barrios más necesitados Constantemente se nos embelesa con boatos y obras faraónicas que suponen cantidades ingentes de dinero público, mientras en los barrios populares aumenta el deterioro de las infraestructuras relacionadas con los servicios sociales, sanitarios, culturales y habitacionales. Conscientes de que los servicios públicos benefician a la inmensa mayoría de los ciudadanos y ciudadanas, APOYAMOS los programas que privilegien en los presupuestos públicos el servicio a los más desfavorecidos y a los barrios populares, y que orienten la acción de gobierno al fortalecimiento de los servicios públicos. Por una sociedad respetuosa con la verdad y el pluralismo Es evidente el bajo nivel ético del sistema radiotelevisivo de la Comunidad Valenciana y la enfermedad crónica de «Canal 9», regido fundamentalmente por criterios comerciales e índices de audiencia, con una marcada orientación partidista que excluye otras realidades sociales y políticas. Sabedores de la influencia que los medios audiovisuales ejercen en la ciudadanía, APOYAMOS las medidas que garanticen en ellos, de manera concreta, la libertad de expresión, la presencia de la diversidad política y social, la regulación mediante códigos éticos y la promoción de la cultura, el civismo, el buen gusto y la […]
Fiesta del Gran Magal de Touba Saioa Bilbao Fortalecimiento Asociativo Fundación Ellacuría El día 8 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, los compañeros de “Subulu Salam” celebraron en el auditorio de Arrupe Etxea la fiesta del “Gran Magal de Tuba”, que venía celebrándose desde dos días antes en su país natal, Senegal. Para comprender un poco el significado de esta celebración señalaremos brevemente algunos datos sobre su historia. Cerca del 90% de la población senegalesa es de confesión musulmana. La islamización del país data del siglo XI. La aparición del cristianismo es mucho más reciente. Está presente también el animismo, que ha influido también, en las otras religiones. La particularidad de la religión musulmana en Senegal es la existencia de importantes cofradías, siendo las principales la Qadria, la Tidjania y la Mouridia. La cofradía mouride tiene como fundador a Amadou Bamba Mbacké (1853-1927), nacido en Mbacké-Baol, hijo y nieto de marabouts de renombre. Las autoridades coloniales le deportaron a Gabón (1895-1902) y después a Mauritania (1903-1907); y finalmente se le asignó residencia en Tiéyène en el Djolof, antes de autorizarle, en 1912, a establecerse en Diourbel donde murió. Cada año se celebra en Touba (cuya mezquita es la más grande de todo el oeste de Africa) el Magal, en conmemoración de la salida al exilio de Amadou Bamba. Su primogénito, Mouhamadou Moustapha fue el primer califa y después le sucedieron Falilou, Abdoul Ahad, Abdou Khadre y Serigne Saliou Mbacké, el califa actual. El muridismo está marcado por su carácter africano (senegalés). El Mouride (de “mourit”, aspirante) debe consagrarse a su marabout; la importancia que se le concede al trabajo, ha permitido, a través de los Talibés, acondicionar para el cultivo grandes extensiones de terreno en el país. La celebración en Arrupe Etxea comenzó a las 10.00 de la mañana. En un principio se acercaron unos cincuenta compañeros senegaleses, aunque a medida que avanzaba el día el número de personas que compartieron la fiesta ascendía considerablemente, llegando a ser un total de alrededor de noventa personas. Según nos contaban los propios protagonistas en Bizkaia son un total de trescientas personas las simpatizantes con su religión. En cuanto llegaron comenzaron a preparar y ordenar los espacios acorde a sus actividades. Dentro de la sala desplegaron tres alfombras de gran capacidad, una mesa donde podían hacerse con una copia del Corán y otra mesita donde iban registrando a las personas que se unían a la celebración. En la salita o pasillo de fuera montaron muy cuidadosamente todos los untesílios necesarios para la preparación de su café (que se tomaría a lo largo de la jornada). Un café especial que estos mismos compran en países vecinos como Guinea, se trata de un café aromático elaborado con frutos de allí. La preparación del mismo requiere de un rito particular. También disponían de aperitivos, fruta, refrescos, incluso pastas compradas especialmente para las personas que tuvimos el placer de acercarnos. Es destacable la gran capacidad y sentido de la organización que estas personas disponen, al igual que una inmensa amabilidad con el resto de personas inexplicable con palabras, que de algún modo puede llegar a abrumar. La verdad es que se esmeraron mucho en complacer con sus comidas y bebidas, así como en compartir sus rituales con nosotros/as, y este gesto es ciertamente de agradecer. Siguiendo con las actividades, desde un principio comenzaron con sus oraciones una vez realizados los ritos oportunos para ello (limpieza, descalzarse etc.). El Corán lo leen únicamente los que están capacitados para ello, es decir, las personas que conocen el árabe y que realmente pueden recrearlo correctamente, puesto que es un “delito” recitarlo mal dando lugar a malas interpretaciones del mismo. Por esta razón, mientras algunos lo leían otros permanecían sentados escuchando y manejando una especie de rosario entre las manos. Después de recitar el Corán unas siete veces, casi todos hicieron una parada para comer. Entre tanto nos juntamos compañeros/as de Arrupe Etxea para conocer más de cerca el significado de tal celebración, de manera que, en torno a una mesita que nos prepararon los propios protagonistas (llena de bebidas y aperitivos) pudimos charlar un rato con dos compañeros senegaleses que con mucha disponibilidad trataron de comunicarnos la historia, creencias y razonamiento de las mismas. Durante esta charla y aprovechando el día que nos acontecía (el de la mujer trabajadora), tuvimos la oportunidad de saber qué papel jugaban las mujeres senegalesas en esa celebración. Las mujeres también oran, aunque siempre situadas detrás de los hombres. La razón principal de esto es que según los hombres éstas son atractivas y en caso de tenerlas delante en las oraciones pueden distraerlos. También ésta es la razón por la que ellas deben entrar tapadas hasta las muñecas, los tobillos y el pelo oculto. Poco después llegaron cuatro mujeres senegalesas residentes en Markina. Era espectacular la elegancia que mostraban, con sus coloridos vestidos, accesorios de oro, maquillaje, en definitiva mostrando gran elegancia. Como la costumbre lo exige se sentaron detrás de todos los hombres, pero recibiendo continuamente un trato exquisito por parte de sus compañeros. A partir de las 17:30 aproximadamente comenzaron a cantar en círculo algunas canciones en las que el argumento principal era la idea de un único Dios, de manera que lo alababan. Según los compañeros estas canciones les provocaban un sentimiento de emoción profundo. Durante la celebración hubo gente que se acercó interesada a conocer de qué se trataba. Entre estas encontramos a personas de Harresiak Apurtuz, Médicos del Mundo, Mujeres del Mundo, alguna persona que conocía a algún compañero senegales, conocidos/as nuestros y como apuntábamos anteriormente compañeros/as de Arrupe Etxea; de Alboan, La Curia…Todas las personas que se acercaron mostraron su gratitud de poder estar presentes en un acontecimiento como este. La fiesta continuó hasta aproximadamente las tres de la madrugada (en Senegal esta fiesta se celebra hasta el alba). A última hora se podían contabilizar unas trescientas personas. Todas ellas se mostraron muy agradecidas de poder celebrar este acto tan importante para ellos en […]
SOBRE PENSIONES Y MOVIMIENTOS MIGRATORIOS La semana pasada se presentó en Bilbao el estudio “Población, empleo y pensiones en la CAPV” dirigido por Joseba Madariaga bajo los auspicios de Caja Laboral. Fue una sesión interesante e instructiva en la que, además del director del estudio, asistimos a sendas alocuciones por parte del representante de una empresa consultora y del viceconsejero de trabajo y seguridad social del Gobierno Vasco. La pregunta sobre la mesa se podría formular de manera resumida en los siguientes términos: ¿quién va a pagar las pensiones de una creciente población jubilada en un contexto de decreciente población activa? Se trata este de un tema crucial en nuestras sociedades, ya que apunta a uno de los núcleos del estado de bienenestar, concretamente a aquel que encarna la solidaridad intergeneracional. Es decir, de qué manera las generaciones en edad de trabajar contribuyen al mantenimiento y bienestar de quienes ya dejaron atrás sus ocupaciones laborales. Sobre pensiones e inmigrantes Como bien sabemos, este es un tema recurrente, en el que no es difícil recordar declaraciones de responsables políticos, normalmente aludiendo a la insostenibilidad del sistema, a la necesidad de retrasar la edad de jubilación o de avanzar hacia un sistema de capitalización individual. Por cierto, que el último en subirse a este carro ha sido el nuevo asesor económico del presidente Zapatero, David Taguas, quien al igual que su antecesor en el cargo, Miguel Sebastián, proviene del departamento de estudios del BBVA. El estudio de Caja Laboral es un ejercicio de proyección de escenarios manejando varias hipótesis en relación a la evolución de la población (natalidad, mortalidad, inmigración), del empleo (tasa de actividad, de desempleo, etc.) y de la generosidad del sistema de pensiones (si crecen o no al ritmo de la productividad o su peso en el PIB). Aunque en la presentación el autor no descendió a recomendaciones políticas concretas uno de los elementos que mencionó fue la necesidad de activar políticas demográficas, esto es, en el ámbito de la fecundidad y de la inmigración, proactivas. Sin embargo, el consultor de la firma “People Matters” – Alfredo Jimeno- fue muy explícito a la hora de recomendar entrar sin dilación en la dura pugna internacional que existe hoy por captar “talento internacional”, es decir, por atraer trajadores extranjeros cualificados. Del mismo modo, el viceconsejero vasco abundó en esta idea de convertir al país en un destino atractivo para dichos profesionales y sus familias. Por cierto, no hace mucho tiempo, también desde el departamento de educación de nuestro gobierno se aludía a la necesidad de traer estudiantes y trabajadores de Formación Profesional de países del Sur ante la gran demanda no cubierta por autóctonos existente en nuestro tejido empresarial. A la luz de estos planteamientos, hay una primera reacción que puede surgir. De hecho, así sucedió en el acto al que me estoy refiriendo. Una persona del público, representante de una conocida organización de apoyo a personas refugiadas e inmigrantes, hizo una lectura en positivo, al entender que la situación descrita hacía que como sociedad tuviéramos que ver una oportunidad en el fenómeno de la inmigración, una necesidad para el mantenimiento de nuestros estándares de protección social. No fue una respuesta directa a este comentario, pero más adelante el representante de la consultora dejo caer que los y las inmigrantes de baja cualificación en realidad cotizan muy poco, es decir, contribuyen con cantidades modestas al mantenimiento del sistema, y que, en términos generales, es posible que en el medio plazo terminen pasando tantos o más años entre nosotros como jubilados que como trabajadores activos. La clave, al parecer, estaría en traer a gente cualificada, que nos hagan ser más productivos y competitivos en los mercados mundiales y que, de paso, contribuyan a pagar las jubilaciones. Y para el caso de los trabajadores no cualificados, habría que avanzar hacia la selección en origen, en la que una empresa y las autoridades locales acuerdan los términos, las condiciones y el plazo del trabajo, finalizado el cual, los y las trabajadoras son repatriados. Así que no es difícil sacar la conclusión que aquí se está hablando de tener un control cada vez más estricto sobre los flujos migratorios de los no cualificados y pelearse por los “más listos”. ¿Y qué pasa con los países de origen? Una reflexión ausente en este debate es el efecto que este tipo de políticas activas de atracción del talento tienen sobre el desarrollo de los países de origen. Este es un asunto espinoso, ya que podría darse el caso de que las políticas activas que se proponen para sostener la solidaridad intergeneracional sean políticas altamente nocivas para el desarrollo de los países de origen, es decir, enemigas de la solidaridad internacional. De hecho, para algunos sectores especialmente sensibles como la sanidad, la propia Unión Europea ha establecido un código de conducta que recomienda no atraer activamente a profesionales de la salud de países que atraviesan importantes crisis sanitarias. Se suele citar el ejemplo de que hay más médicos y enfermeras de Ghana en el sistema de salud de Londres que en su propio país. ¿Es éticamente presentable atraer este personal en países donde el SIDA hace estragos? Aquí la respuesta es bastante evidente, máxime cuando en algunos países occidentales la carencia de personal sanitario responde, en el mejor de los casos, a una torpeza planificadora y, en el peor, a una política premeditada de recorte del gasto en determinados sectores. Sin embargo en otros ámbitos el efecto sobre los países pueden ser igualmente dañino, pero menos visible, como veremos a continuación. Frente a esta advertencia enseguida se alude a lo beneficiosa que es la emigración no sólo para los individuos que se embarcan en el proyecto migratorio, sino también para los países de origen, ya que las remesas de los emigrantes se constituyen en importantísima fuente de ingresos para aquellos. Es cierto que las remesas son para numerosos países un ingreso fundamental, entre los primeros, si no el más importante. Muy por encima de la Ayuda Oficial al […]
Deportaciones en Rabat Marruecos deporta refugiados políticos, España calla o aprueba. – O la rabia y el miedo por lo que les haya podido pasar a Jef, Alí, Teresa y sus amigas y amigos – Patxi de la Fuente, bilbaíno, se ha asomado al mundo de las migraciones en varias momentos de su trayectoria, llegando a compartir vida con ellos y ellas en Italia y a ambos lados del estrecho. Durante el pasado otoño recorrió la frontera sur europea y de la mano de muchos amigos y amigas que trabajan a favor de la dignidad de este nuevo colectivo de exclusión llegó hasta Rabat, donde conoció a un grupo de subsaharianos en el barrio de Takaddoum. Actualmente forma parte de área de migraciones del Centro Ellacuria. El pasado 23 de diciembre, como ya ocurriera en 2005, la policía marroquí deportó a más de 350 personas subsaharianas, muchas de ellas con estatuto de refugiado político o de solicitante de asilo, hasta la frontera con Argelia obligándolas a permanecer en la tierra de nadie. Recibí la noticia con preocupación. En octubre del 2006 cuando realizaba un “viaje-peregrinación” hacia la frontera sur de Europa, había llegado a Rabat y compartido algunas semanas con los refugiados políticos de Costa de Marfil que viven allí. Viví en su casa en el barrio popular de Hay Nahda y cruzaba cada día las estrechas calles del aún más grande y pobre barrio de Takaddoum. En nuestra casa vivíamos 15 personas. Teníamos suerte porque recibían alguna y la casa era bastante nueva y se podía tener limpia y ordenada. Se cocinaba en un campingas. Se comía de la cazuela común sentados en el suelo y no había más muebles que las esterillas de cada uno para dormir. Pero teníamos un baño y una ducha. Las ayudas solo durarían hasta final de mes, por lo que después deberían buscar otro sitio. En peor situación se encontraban otros compañeros de desventura, solicitantes de asilo, en el vecino barrio de Takaddoum. Un día me invitaron a su casa para explicarme su situación. En un piso viejo, de 3 habitaciones y con una única ventana vivían 65 personas. Tenían un minúsculo retrete en la escalera y cocinaban en el pequeño pasillo. No había sitio para poder tumbarse todos, por lo que dormían a turnos. A menudo enfermaban por las escasas condiciones sanitarias pero en los hospitales públicos los atendían por últimos porque eran negros y sin papeles. Y es que aunque Marruecos firmó y ratificó la convención de Ginebra, no tiene una oficina de refugiados. La tramitación de las solicitudes y los reconocimientos los hace ACNUR pero el gobierno marroquí no les entrega el documento de identidad. Sin documentos, tienen que vivir de la mendicidad y de las sobras de los mercados, que en Marruecos son casi inexistentes. Algunos trabajan como zapateros o peluqueros para la misma comunidad subsahariana. Si encuentran trabajo lo hacen todo el día por un salario cercano a un euro. Tienen miedo a salir por las noches porque en ocasiones la policía los detiene arbitrariamente y en algunos casos los envía a Oujda, a la frontera con Argelia o les rompe los papeles de refugiado. Por eso la noticia de la deportación del 23 de diciembre era un chaparrón sobre mojado. Así lo describía el comunicado de la red “caravana”: “En la madrugada del día veintitrés, a las cuatro de la mañana, cientos de militares entran por sorpresa en los barrios de Hay Nahda y Takaddoum, en Rabat. Sorprenden a inmigrantes, demandantes de asilo y refugiados durmiendo. Entran en las casas rompiendo las puertas y sacan de las camas a hombres, mujeres, niños y niñas, bebés y enfermos. No toman en cuenta los papeles que algunos subsaharianos les muestran indicándoles que son residentes legales en territorio marroquí, tampoco tienen en cuenta a las mujeres embarazadas o a los menores. Todo ciudadano o ciudadana procedente de África es embarcado en seis autobuses, donde se hacinan un número de aproximadamente cuatrocientas personas. Sin recibir asistencia de ningún tipo y ni mucho menos alimento, ni soporte jurídico, les llevan hasta la frontera con Argelia, donde se viven momentos de mucha tensión, cuando los soldados argelinos ven cómo cientos de inmigrantes son obligados a punta de fusil marroquí a atravesar la frontera. En esos momentos los argelinos comienzan a disparar al aire y los inmigrantes, demandantes de asilo y refugiados se ven en un fuego cruzado que les hace caer víctimas del pánico.” Similar es la denuncia realizada por Attac Marruecos y el comunicado del 27 de diciembre en Madrid de CEAR y SOS Racismo. Pude contactar telefónicamente alguno de los amigos. Habían tenido suerte pero estaban escondidos y con miedo. Pero se habían llevado unas 30 personas de su grupo. En los días posteriores algunos refugiados políticos con papeles junto con voluntarios de la asociación Elín se acercaron a Oujda. Nos contaron que la gente se encontraba en las tierras cercanas a la frontera, protegiéndose con unos plásticos y algunas mantas que han distribuido Médicos sin Frontera. Algunas mujeres con niños pequeños y otras que han sido violadas se estaban refugiadas en una parroquia de Oujda. Jellour Araj, miembro de la ONG Homme et Développement nos dijo que cientos de personas se escondían en el campus universitario y los bosques colindantes. Algunas personas que habían intentado acercarse a la estación de autobuses habían sido detenidas por la policía y llevadas nuevamente a la frontera. En medio del caos son varias las denuncias de desapariciones, malos tratos y abusos sexuales. Por desgracia queda patente la incapacidad de ACNUR para proteger los derechos humanos de demandantes de asilo y refugiados en Marruecos y la negativa del gobierno marroquí a reconocer el estatuto jurídico de ACNUR, que es en general tolerado por las autoridades pero al que no se le da reconocimiento jurídico y en algunos casos es flagrantemente violado. Esta brutalidad y arbitrariedad pone a cualquiera la carne de gallina, pero para mí hay algo aún peor: la complicidad del Gobierno de España […]
3 de diciembre, V Centenario de San Francisco Javier “Regresaron los setenta y dos llenos de alegría” Lc, 10,17. “Dichosos los ojos que ven lo que veis” Lc, 10,23. Entre el 13 y el 16 de Noviembre, en el contexto de la celebración del Quinto Centenario del nacimiento de San Francisco Javier, se han celebrado en Javier las Jornadas “Regreso y encuentro: Misión y compromiso por la Vida digna y la Justicia”. Con este sugerente título, la Provincia de Loyola junto con Alboan y la Universidad de Deusto, ha querido propiciar una lectura de los retos y desafíos, de los tesoros y las dificultades que comunidades cristianas de todo el mundo encuentran en su lucha por la vida digna de las personas y en su compromiso con la justicia, como en su tiempo hizo Javier. Para ello se recogieron las experiencias individuales y comunitarias de comunidades de Asia (Corea, Filipinas e India), Latinoamérica (Perú, Colombia, México y Brasil), Africa (Congo, Camerún y Tanzania), Norteamérica (Canadá) y Europa (España). Historias sencillas y cotidianas, pero llenas de fuerza, de vida, de coraje, de esperanza. Narraciones anónimas y silenciosas, pero llenas de Palabra de Dios, de buena noticia. En Javier se fueron compartiendo y desgranando esos distintos modos en que la fe movió al compromiso por la justicia y de cómo ese compromiso compartido con otros y otras daba sentido y aliento a la fe. Fue un privilegio escuchar la voz alegre de las Comunidades de Filipinas que construyen casas y crean red social en los barrios perdidos de Manila, compartir las lágrimas de los trabajadores encarcelados en Corea por defender un trabajo digno, recrearse en el colorido de las palabras en gamit de una mujer adivasi de Gujerat. Llegó la palabra serena y perseverante de los pueblos indígenas de Bachajón en México y de Colomba en Guatemala, la palabra viva y verdadera del barrio marginal de “El Agustino” de Lima en Perú, la palabra bella, suave y seductora como la misma Amazonía en la que camina místico y austero el equipo itinerante. Vinieron las menudas historias con acento extranjero de Romero´s house en Toronto y de Loiolaetxea en San Sebastián en vida y lucha compartida con otros. Sobrecogieron las dramáticas narraciones de vidas rotas por el SIDA en Congo, la miseria impúdica del barrio de Tandale en Tanzania y la difícil convivencia con gentes de otras creencias en la pobreza de Bogo en Camerún, pero fue un regalo su sonrisa abierta, su abrazo generoso y acogedor, la infinita vida que se crea y recrea en medio de todo ello, Africa que danza, canta y vence a tanta muerte. Compartieron estos días seis teólogas y teológos, que leyeron estas narraciones e hicieron una reflexión en voz alta, con tonos y matices distintos, pero todos ellos creativos, sugerentes, humildes, gozosos, abiertos, cercanos. Regresa Javier a su tierra, 500 años después, a un mundo tan distinto, pero en el que descubre que su vida y su testimonio han valido la pena, que sigue vivo en la palabra y el gesto de tantos hombres y mujeres a los que sigue moviendo el Cristo crucificado, a los que sigue dando vida el Cristo sonriente. Regresa y encuentra hombres y mujeres en tanta diversidad, de tantos rincones, de tantas voces distintas que dicen la misma palabra, que viven la misma buena noticia: que el reino de Dios vive escondido en los pobres y los sencillos, que es posible otra Iglesia, que es posible otro mundo.
Análisis de actualidad – Abril 2006 (II) La ocasión: El quinto centenario del nacimiento de San Francisco Javier La Iglesia Católica nos propone a Francisco Javier como patrono de las misiones. Este año celebramos 500 años de esa vida que surgió en Javier y alcanzó los más remotos lugares del planeta. Francisco de Javier soñó un mundo distinto. Dedicó su vida a la empresa de extender ese sueño a todos los pueblos conocidos. Así contribuyó a reinterpretar, asentar y fortalecer la vocación universal de la misión de la Iglesia. Esta misión “ad gentes”, tal como fue desarrollada en el siglo XVI, sólo puede interpretarse a la luz de las categorías culturales de su época. Desde esta perspectiva, no debe escandalizar que esa evangelización, junto con grandes gestas humanas, enorme generosidad y no pocos ejemplos de avances notables en la dignidad de pueblos y personas, fuera acompañada de historias más oscuras donde se mezclaban los intereses de las potencias colonizadoras, los mercaderes de la época y las limitaciones y prejuicios de quienes se enfrentaban a realidades desconocidas sin capacidad histórica de trascender la propia cultura. Como creyentes estamos convencidos de que el evangelio de Jesucristo, a cuyo anuncio Javier dedicó su vida, sigue siendo una oferta de vida para toda la humanidad. Sin embargo, situados en un momento histórico caracterizado por profundos cambios, sabemos que para ser fieles al mismo Espíritu que animó a Javier, debemos examinar la manera en que se ha desarrollado el continuado esfuerzo misionero de la Iglesia, con sus luces y sus sombras. Una experiencia reveladora «Fuera de la Iglesia no hay salvación«, dijo el obispo San Cipriano de Cartago en el siglo III. Hasta bien entrado el siglo XX, esta afirmación supuso un acicate para la misión ad gentes. El conjunto de la Iglesia y, específicamente, cientos de miles de misioneros y misioneras han puesto su vida al servicio de la extensión de la fe como instrumento indispensable para la salvación. El amor a las personas se expresaba sinceramente en esa consagración total a la tarea de incorporar fieles a la Iglesia a través del bautismo. Pienso La apertura que supuso el Concilio Vaticano II, en su decreto Ad gentes divinitus, sirvió de estímulo para que muchos de los misioneros y misioneras comenzaran nuevas experiencias de inculturación y, simultáneamente, de reflexión sobre su propia labor. La experiencia de estas personas es casi unánime. Aquellas poblaciones, a las que habían ido a servir, les han evangelizado Su labor misionera se ha visto modificada y ellas se han sentido transformadas. Aquellas poblaciones, a las que habían ido a servir, les han evangelizado. Esta experiencia conlleva una serie de presupuestos y conclusiones. Por una parte, se reconoce que el Espíritu de Jesucristo, de alguna manera misteriosa, estaba ya presente en la vida de las personas y en las culturas que han ido a ser evangelizadas. Por otro lado, resulta insuficiente la afirmación de que en todas las culturas existen semillas del Verbo. La experiencia de muchas personas de buena voluntad, que han ido a poner su vida al servicio de la Iglesia en los lugares más remotos del planeta, es que no hay sólo semillas del Verbo, sino auténticos bosques de Vida en los que se pone de manifiesto la voluntad salvadora de Dios. Paradójicamente, a medida que los misioneros y misioneras se fueron desprendiendo de sus prejuicios culturales y de las estrechas estructuras dogmáticas con las que, a menudo, fueron pertrechados para su misión, fueron capaces de descubrir la riqueza presente en la vida de aquellos a los que iban a evangelizar. En este sentido, la crisis de los principios dogmáticos sobre los que se asentó la evangelización en los siglos precedentes no es provocada por la pura reflexión teológica, sino por la práctica misionera de la Iglesia. Esta realidad tiene que hacernos pensar. La crisis de los principios dogmáticos sobre los que se asentó la evangelización en los siglos precedentes no es provocada por la pura reflexión teológica, sino por la práctica misionera de la Iglesia Algunas reflexiones sobre la historia misional La actividad misionera pertenece a la esencia de la Iglesia. En la medida en que los primeros discípulos iban comunicando su experiencia, su fe se hacía más densa y profunda. Así, la labor misionera, a la vez que constituía nuevas comunidades, obligaba a la Iglesia primitiva a responder a nuevos retos y explicitar su fe en contextos culturales diferentes. El Nuevo Testamento da testimonio de las crisis a las que las primeras comunidades tuvieron que hacer frente y la forma en la que trataron de solventarlas. Es de destacar que, en confrontación con las tendencias que pretendían identificar a la Iglesia con determinadas pertenencias étnicas o culturales, sistemáticamente el Espíritu impulsó a la Iglesia a su apertura y a mantener la tensión entre tradición y novedad. No es de extrañar que durante sus tres primeros siglos la Iglesia viviera simultáneamente su expansión a la práctica totalidad del mundo conocido y los debates teológicos más intensos de toda la historia. También es necesario tener en cuenta que esta expansión se realizó sin el apoyo de poderes militares, económicos o culturales hegemónicos. La situación varió sensiblemente a partir del siglo IV con la alianza de la Iglesia con el imperio. A partir de ese momento, la expansión de la Iglesia cuenta con el apoyo del poder militar y político , a la vez que se tiende a controlar más el contenido dogmático y a fortalecer la incipiente estructura institucional. Esta tendencia se repite en la nueva misión que acompaña a la ola colonizadora que tiene lugar a partir del siglo XVI. Las potencias coloniales europeas acompañaron sus conquistas con la presencia “civilizadora” de la Iglesia. La Iglesia vio potenciada así tanto su capacidad de expansión como su poder en las nuevas sociedades, mientras que las potencias coloniales se aprovecharon de la legitimidad religiosa que les dispensaba la Iglesia. Decenas de miles de personas de buena voluntad, dispuestas a entregar su vida por el Señor, no pudieron escapar […]
Análisis de actualidad – Marzo 2006 (IV) -¿Para qué tocar las heridas? Alguien responde: – Para qué va a ser, para curarlas. Y la mujer añade: – ¿Pero quién se atreve?[1] La declaración de un “alto el fuego permanente” por parte de ETA cierra la incertidumbre vivida en los últimos meses y activa la esperanza en nuestra sociedad. Esperanza precavida, cautelosa. Pero no cabe duda de que las energías sociales y el anhelo de paz se han revitalizado a partir de la jornada del 22 de marzo. Vivimos, posiblemente, en uno de esos tiempos históricos que Hannah Arendt[2] caracterizó como aquellos en los que el tiempo está determinado tanto por las cosas que ya fueron como por cosas que todavía no son. En la historia estos intervalos han demostrado en más de una ocasión que pueden contener el momento de la verdad. Y como dice Ernesto Sábato, en su libro La Resistencia, hay tiempos en que se echa la niebla y no se puede volver atrás, ni se ve el camino hacia delante. Esos, como hoy, son tiempos de paciencia y de coraje[3]. Y tiempos de responsabilidad. Los diversos análisis políticos convergen en un punto: el comunicado de ETA –tanto por su forma, contenido y contexto conocido– parece apuntar el comienzo de su desaparición. Mientras se diluye la sombra que ha condicionado nuestra vida política, se acrecienta la responsabilidad que recae sobre las instituciones, los agentes sociales y la ciudadanía. Es el momento también para que las comunidades cristianas ofrezcamos la mejor de nuestras aportaciones. 1.- No podemos renunciar a un futuro de paz en una sociedad reconciliada Un sociedad fracturada por un conflicto violento debe enfrentar las consecuencias de esa violencia, apoyar a las víctimas y supervivientes y reconstruir las relaciones sociales deterioradas[4]. Resulta así irrenunciable: Reconocer efectivamente a las víctimas de la violencia su derecho a la memoria, el reconocimiento, la verdad, la justicia y la reparación que sea posible. Deslegitimar socialmente la utilización de la violencia con pretendidos fines políticos y defender una cultura de paz y de respeto absoluto a los derechos humanos. Abrirse al diálogo social que reconstruya relaciones de convivencia rotas y exigir de la clase política – y de los medios de comunicación social – la responsabilidad, los esfuerzos, el talante y los acuerdos que vayan normalizando nuestra sociedad. Mejorar el actual estado de derecho haciendo crecer la calidad de su democracia y de la participación crítica y comprometida de la ciudadanía en los asuntos públicos. Recuperar energías hipotecadas en el llamado conflicto vasco para dedicarlas a la construcción de otras dimensiones de la justicia y de la solidaridad fraterna. 2.- Llamadas especiales para la Iglesia en esta coyuntura Una primera tarea tiene que ser la apertura permanente, individual y comunitaria, ante el Dios que anunciamos para aceptar su perdón transformador por nuestros pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión. Abundan los déficits pasados y presentes. No hemos estado a la altura de lo que, desde la humanidad que compartimos y el Evangelio con el que afirmamos identificarnos, se podía esperar de la comunidad cristiana vasca en términos de cercanía para con las víctimas. Tampoco hemos mostrado la empatía suficiente para con otros sufrimientos por no saber distinguir entre el dolor (que siempre debe afectarnos y llamar a que intentemos sanarlo, en la medida en que ello sea posible) y valoraciones políticas o miedos. En segundo lugar, tras analizar lo que de peculiar puede presentar la actual coyuntura, creo que desde la utopía del Evangelio, podemos realizar aportaciones originales y de enorme potencia 2.1.- En orden a deslegitimar la violencia: Distinguir entre lo contingente: ideas y proyectos, de lo fundamental: las personas, hijas de Dios y convocadas todas a la mesa fraternal del Reino. Desde la vida de Jesucristo, sus seguidores debemos afirmar y defender sin vacilación que la vida propia se puede entregar al servicio de una causa de justicia y de libertad, pero que la vida de los demás es sagrada y sólo Dios puede disponer de ella. Evangelizar todos nuestros sentimientos identitarios. Que nuestra primera y fundamental seña de identidad sea la adhesión al proyecto de Jesucristo y sólo después aparezcan otras señas de identidad mucho menos importantes. Cuando nuestras identidades más hondas no están adecuadamente evangelizadas, se convierten en idolatrías. Denunciar esas idolatrías que han permitido socializar a tantos jóvenes en la cultura de la violencia, en la justificación de la disponibilidad de la vida de otras personas, etc. es una contribución a esa necesaria deslegitimación social de la violencia en nuestra sociedad. Como una parte del sistema educativo de este país está constituido por centros concertados cuya titularidad corresponde a instituciones eclesiales, esta deslegitimación de la violencia debe ocupar un lugar central en los proyectos formativos de todo centro educativo. En los de titularidad eclesial, no sólo desde la cultura de paz y de los derechos humanos de matriz pacifista y humanista. También desde el Evangelio: ¿incluimos el amor a los enemigos y la oración por los que nos persiguen (Mt 5, 43-48) en nuestros objetivos formativos o nos quedamos sólo en el respeto al diferente? 2.2.- En orden a ir construyendo una sociedad reconciliada: Cultivar un modo especial de acercarse al sufrimiento, ayudar a expresarlo y aprender a compartirlo – en la medida en que ello es posible -, aceptar lo que tiene de irreversible y aceptar que toda cruz nos debe interpelar (con Desmond Tutú podemos vivir desde la clave de “la igualación moral del sufrimiento”). Mostrar una empatía compartida hacia todas las víctimas y sus personas allegadas. Lo que no significa, sin embargo, la igualación de todos los procesos políticos, las causas o los victimarios, ni afirmar que todo es igual. Proponer que el reconocimiento del mal causado y la apertura a la concesión del perdón en cristiano no pueden ser precondición de nada. Dios, como el Padre de la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32), ha perdonado antes de que le pidan perdón. “Jesús no exigió a los pecadores que se […]