Por Martín Iriberri Villabona
Fundación Social Ignacio Ellacuría
Celebramos el día 18 de diciembre el Día Internacional de las Migraciones y de las personas migrantes. Podemos pensar que este es uno de esos días internacionales que ponen en valor a determinados colectivos minoritarios o minorizados, o determinados valores o conductas ciudadanas sobre las que necesitamos llegar a mejores o más profundos consensos sociales, y es cierto que tiene algo de todo eso. Pero este día tiene una relación mucho más profunda con nosotros y nosotras, nuestras familias y nuestra sociedad, que otros días internacionales que hemos celebrado a lo largo de este año 2009 que estamos a punto de terminar.
Las migraciones se actualizan en esta parte del planeta en que vivimos como la movilidad de flujos de personas desde África, América o Europa del Este o Asia hacia el norte y sur de Europa. Siempre hubo movilidad y migraciones; muchas de nuestras familias fueron migrantes en un momento dado de su historia, especialmente a lo largo del pasado siglo XX, pero no siempre las migraciones fueron en el País Vasco del signo que hoy las conocemos. Euskadi fue un territorio de emigración en muchos momentos de su historia; se calcula que hasta mediados de la pasada década de los 90 eran más las personas vascas emigradas residiendo en otros lugares que las personas nacidas fuera del territorio y residiendo aquí. Debemos contemplar además la inmigración peninsular que también llegó a lo largo de la segunda parte del siglo XX y la movilidad desde el espacio rural al urbano, que configuraron los grandes núcleos urbanos actuales.
Cuando las personas de nuestra Comunidad salieron hacia otros lugares en busca de mejores oportunidades, o por su compromiso religioso, o por los conflictos, la falta de libertad o persecuciones políticas, no lo hicieron con la intención única ni principal de que se les aplicaran en los lugares de llegada o acogida políticas sociales, o para ser perceptores de servicios básicos. Se movieron para hacer valer su dignidad y sus derechos como mejor sintieron que podían y debían hacerlo. Igualmente hoy no podemos confundirnos y no debemos cometer el error de pensar que las personas inmigradas que han llegado a Euskadi en la última década llegaron para ser siempre “los últimos”. Llegaron para ser y estar con los primeros en ciudadanía y en participación cívica, en propuestas vecinales o de voluntariado, en formación e inserción laboral o en investigación, tal como lo están demostrando en nuestras ciudades y pueblos día a día.
Pero este Día Internacional de las Migraciones y de las Personas Migrantes el nos recuerda también otro error del que debemos huir: pensar que este fenómeno es unidireccional y que puede y debe ser abordado unidireccionalmente. Al contrario, es un fenómeno lente, integral o crítico, es decir, que nos sirve para releer el conjunto de la sociedad, y no solo a una parte de la misma, a los y las personas inmigradas. Efectivamente es crítico porque contiene un potencial de cambio social complejo sí, pero lleno de nuevas oportunidades para todos, no solo para quienes llamamos inmigrantes. Mayor diversidad cultural y mejor gestionada esa diversidad, mayor pluralismo religioso que nos ayudará a recuperar los espacios ciudadanos también para el debate y el compromiso de las experiencias creyentes, de las ciudadanías con espíritu, más y mejor solidaridad entre las diferentes comunidades que surge de un mayor y mejor reconocimiento, superación de las barreras geográficas no solo para los capitales o las empresas sino también para las personas… compromiso de toda la sociedad y no solo de las asociaciones de personas inmigradas con el desarrollo de sus sociedades de origen, y también de valoración y contraste de los “falsos desarrollos” que encuentran en nuestra, y ya también suya, sociedad de acogida.
Celebremos un día que nos invita a todas y a todos a construir el futuro desde los compromisos presentes, no solo en defensa de las personas migrantes, de nuestros vecinos y vecinas inmigradas, sino del conjunto de la sociedad. Pidamos al Parlamento y al Gobierno Vasco, a los ayuntamientos, y a las diferentes administraciones públicas, que den el paso adelante necesario para elevar el debate sobre la adecuada gestión del fenómeno inmigratorio desde los retos de las políticas sociales siempre necesarias hacia los grandes consensos de convivencia ciudadana, siempre necesitados de mayor participación, visión menos cortoplacista y mejora continua de las experiencias de solidaridad de género o generacional, identitaria, religiosa, cívica o de justicia transnacional. Por todo esto, Zorionak en el Día Internacional de las Migraciones.