El pasado domingo 2 de noviembre, a pesar de la amenaza de lluvia, cuatro jóvenes nacidos en Marruecos, se remangaron para participar en una actividad que planteaba la limpieza y recogida de residuos en la costa. En concreto en el estuario de Barbadún (Muskiz). Una actividad promovida por Euskalherriko Eskautak de Bizkaia, que tras la buena experiencia de la participación de jóvenes extranjeros en los campamentos de verano, ofrecen la posibilidad de agendar actividades de forma compartida, posibilitando el encuentro mantenido que permite el conocimiento entre jóvenes diversos. En total más de 800 kilos de residuos recogidos. La sensación de un buen trabajo hecho. Y la certeza de que con guantes todas las manos son iguales, las de las de las mujeres, las de los hombres, las de las de aquí, o de allí… Y además son expresión del deseo de trabajar, de construir juntas. De implicarnos en la realidad que nos rodea, a pesar de las dificultades. En un estuario los residuos los deja el mar, o llegan desde el río o son directamente depositados por paseantes. Es una realidad compleja y vulnerable pero de gran valor. No es la única realidad con estas características, no os parece!? Todas las personas que nos pusimos los guantes teníamos el deseo de mejorar nuestro entorno, el entorno en el que vivimos. Trabajamos juntas y coordinadas, centradas en lo que nos une, en lo que compartimos, con alegría y optimismo, sabiendo que quizás el año que viene tengamos que volver a limpiar, pero con la confianza de que es posible que sea algo menos y que los que nos animemos seamos más, y más jóvenes. Después del trabajo reflexionamos sobre lo realizado, sus causas, alternativas posibles de mejora…Compartimos y contrastamos ideas, conocemos otras realidades. Y terminamos comiendo todos juntos un bocata de embutido. Algunos con cerdo y otros sin él, algunos con gluten y otros sin él, algunos light y otros… Y cantando el Agur eskaut. Desde aquí nuestro agradecimiento a estos jóvenes, no por creer que un mundo mejor es posible, sino por estar construyéndolo ya. ESKERRIK ASKO!
Nos reunimos seis de las siete personas que hemos participado en los campamentos eskaut este verano. Queremos compartir nuestra experiencia y ver cómo lo han vivido nuestros compañeros.
La primera conclusión que sacamos es que la experiencia ha merecido la pena
Hace unos días, Manu Arrue y yo, hemos vuelto de visitar tres campamentos eskaut (Kilimusi Eskaut Taldea, Txispeleta Eskaut Taldea y Indautxuko Eskautak). Aquellos grupos que, a través de Euskalerriko Eskautak han abierto la posibilidad a que jóvenes migrantes participen en ellos, con una propuesta de voluntariado. Así, siete jóvenes nacidos en Marruecos, Nicaragua y Camerún han colaborado durante quince días en tareas de cocina, compras, montaje de estructuras y tiendas de campaña, sistemas de «agua corriente y duchas», apoyo a monitores, etc. Chavales que han decidido pasar estos días ayudando en lo que hiciera falta a otros jóvenes, a los que en su mayoría no conocían de antes. Después de un año de formación, cursos y trabajo, han decidido dedicar su tiempo libre a una nueva experiencia en la que conocer gente diferente, otras realidades, saliendo de uno mismo y yendo al encuentro del otro. Han sido espacios de relación y convivencia en la naturaleza, entre jóvenes diversos, tratando de fomentar valores como el respeto al entorno y a los demás y la sencillez de vida. Además, también se ha podido celebrar la fe, en comunión entre distintas formas de creer, ya que estos días estábamos celebrando el Ramadán. A la vuelta del verano, tendremos el testimonio directo de los protagonistas. Pero ahora os adelantamos que todos y todas, madres y padres, monitores y jóvenes, han disfrutado enormemente de esta oportunidad de encuentro de tú a tú, entre quienes habitualmente no se cruzan en la vida. Había mucha emoción y lágrimas en la despedida. No en vano han sido dos semanas de vida alternativa y diferente a la que nos propone mayoritariamente la sociedad, donde sacar lo más auténtico de cada persona.