Nos reunimos seis de las siete personas que hemos participado en los campamentos eskaut este verano. Queremos compartir nuestra experiencia y ver cómo lo han vivido nuestros compañeros.
La primera conclusión que sacamos es que la experiencia ha merecido la pena, todos estaríamos dispuestos a repetirla, a pesar de saber que nunca sería igual. Ha sido de apenca (buenísma) como decía uno de nosotros según expresión de su país (Nicaragua)
Destacamos la posibilidad de compartir algo con personas autóctonas, la posibilidad de romper prejuicios desde la convivencia y la vida del día a día.
Y esto no quiere decir que idealicemos lo vivido, también ha habido aspectos grises, la convivencia es lo que tiene, pero no es lo que predomina.
Hemos estado en tres campamentos diferentes y cada uno ha tenido su desarrollo, no ha habido una dinámica similar entre unos y otros. Desde aquellos que hemos colaborado más en el apoyo y la figura de monitores, con relación con los chavales y participación en las actividades, a aquellos que íbamos pensando que seríamos apoyo en cocina y nos hemos encontrado que nos pedían la responsabilidad de alimentar a más de cien personas. Ha sido duro en su inicio pero bonito. Nos hemos crecido en la adversidad, hemos superado nuestros miedos y reticencias y nos han mostrado agradecimiento y cariño. Toda una experiencia intentar comer un huevo frito después de haber cocinado cientocuarenta.
La relación ha sido estupenda y variada, tanto con los chavales y chavalas, los y las monitoras, padres y madres, curas… Pero sí coincidimos que a pesar de que hay familias muy sensibilizadas, en general los jóvenes son más abiertos y permeables en la relación. Como siempre el roce hace el cariño, con los padres y madres que participaban de apoyo, con los que hemos convivido, la relación ha sido cercana, fluida y de confianza. Con aquellos que se han acercado el día de padres ha habido sensaciones diversas, tan diversas como sus miradas. Es un día complejo para nosotros ya que nos hace vivir de forma más aguda nuestra soledad, por la distancia de nuestras familias, y porque ese día estamos más solos.
Es una oportunidad de establecer nuevos contactos y relaciones, y desde luego animamos a repetir y vivir la experiencia.
Ydir, Younes, Jimmy, Moad, Lahssan y Emile