El próximo martes 3 de mayo se presentará la Red Vasca Antirumores en Donostia-San Sebastián. “Somos una red de agentes sociales e institucionales que lleva a cabo una estrategia de transformación social desde la perspectiva de los derechos humanos, la interculturalidad y el antirracismo.” La Fundación Ellacuría forma parte de esta red. Os iremos compartiendo novedades y propuestas. http://zurrumurrurikez.eus/ @Zas_Antirumor
“MIRA QUE ESTOY LLAMANDO A TU PUERTA” La Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Migraciones-Migrazinoen Munduko Jardunaldia, el próximo 16 de enero. En la diócesis de Bilbao habrá dos actividades, el jueves 14 de enero a las 19 horas con una Mesa Redonda y el sábado 16 a las 17:30 con una Misa en la Catedral de Santiago. En este momento tan especial de los procesos migratorios, nos unimos en la reflexión y la acción que nos interpela a todas y todos. Os esperamos!
En el anterior post enmarcábamos la experiencia de la Transpirenaica Social y Solidaria y anunciábamos unas normas que permiten la convivencia, normas no explicitadas pero por todos asumidas, de forma natural, sin contratos, pero desde el compromiso personal que desarrollamos brevemente aquí: Quien se siente menos fuerte es quien marca el ritmo, nadie se queda atrás, vamos juntos. El grupo se adapta a las necesidades del más débil, y se ponen recursos para ayudar que el grupo vaya a una. Una persona abre la marcha, busca las marcas, indica el camino, y otra la cierra y acompaña y anima a los que van al final. Todos aportan. Cada uno en la medida de lo que tiene. Unos ponen un fondo común, otros cubren los gastos que supone su participación, otros se hacen presentes sabiendo que el grupo no sería el mismo sin ellos, algunos nos reciben en sus casas, otros hacen bocadillos para 25 personas, o nos reciben en su txoko y nos invitan a cenar, o nos abren su pastelería para desayunar… Cuánto se tiene cuando se comparte lo mucho o poco que cada uno tiene. Nadie es invisible. El último que se incorpora a la caminada se presenta, a nadie se le piden papeles, el que está forma parte del grupo desde el momento que llega. Para lo bueno y lo malo. Todos participan: expresan cómo viven el proyecto, su incorporación al mismo, y toman decisiones relacionadas con las cosas que les afectan mientras forman parte del grupo. Se respeta el desarrollo y la libertad individual, porque todos tienen claro el objetivo común. Todo el mundo se siente libre para tomar las decisiones que le afectan siendo conscientes que estas no influirán negativamente en la consecución del objetivo compartido. Hay momentos para estar todos juntos, momentos para encontrarse con tu grupo de referencia, momentos de estar sólo, momentos para estar acompañado, hay quien hace el Ramadán y también quien no lo hace, hay quien decide dormir según llega al destino de la jornada y quien decide celebrar durante toda la noche. Pero al día siguiente todos estarán en la línea de salida a la misma hora, con las mismas ganas e ilusión sabiendo que tras la jornada quedarán menos kilómetros para llegar a la meta. Es una apuesta por la convivencia en la diversidad, no es apuesta sencilla, pero es firme. No se busca las relaciones fáciles ni superficiales. El fundamento de la relación es la igualdad de los participantes en tanto que personas, no en la homogeneidad del grupo. Esto en relaciones intensas hace que surjan roces y diferencias, pero también la capacidad de querer volver a encontrarnos, de escucha, de hacer autocrítica, de reconocer nuestros errores y aciertos en la relación con el otro, en buscarle de nuevo para reconciliarnos, en superar nuestros orgullos y miedos. Y en esto os aseguro que los participantes nos han dado grandes lecciones. Es un espacio de construcción de confianza, donde se apuesta por la persona, y esto hace sentirnos aceptados, superar posicionamientos defensivos, ser capaces de mostrarnos nosotros mismos sin la losa del “qué dirán”, sin el miedo a ser juzgados, y desde estas premisas el comportamiento individual y colectivo gana salud, es un compartimiento más abierto, propositivo, creativo. Nos movemos en dinámicas mucho más empáticas. Y todo esto no implica, ni mucho menos, que este todo hecho o no haya aspectos a mejorar. Es un proyecto joven, que tiene que seguir madurando, desarrollándose, dotándose de ciertas dinámicas organizativas que le ayuden sin perder su frescura y naturalidad. Organización y estructura vs frescura y naturalidad, una más de las múltiples tensiones y equilibrios en los que nos movemos a diario en las diferentes facetas de nuestra vida. Es un proyecto que no pretende agotarse en esos 42 días, sino que quiere establecer dinámicas de reflexión y encuentro mantenidas durante el año, con relaciones que se mantengan estables en el tiempo. Es un proyecto ¿o es algo más?. Es una invitación, es un reto, es una buena práctica…. ¿Te sumas?
El próximo jueves 18 de diciembre se celebra el Día internacional de las Personas Migrantes, celebrado por primera vez en el año 2000 a iniciativa de las Naciones Unidas. Desde la Fundación Ellacuría queremos invitaros a un encuentro de Música y Reivindicación, que realizaremos dentro de la programación de Munduko txokoa, formación para la solidaridad en Arrupe etxea, el sábado 20 de diciembre a partir de las 18,30 horas, en el salón de Actos de Arrupe Etxea, c/ Padre Lojendio Nº 2, Bilbao (cerca del metro Abando). Compartiremos música, reflexión y una dinámica con el lema “Cruzando fronteras para crecer en derechos”. Nos acompañarán los grupos musicales Sin fronteras, Izen Barik y Sapali Percussion. Al final, realizaremos un pequeño lunch. Una actividad para toda la familia. Entrada libre. Os esperamos! Informazio gehiago
“¡Ah! Así que trabajáis en el ámbito de las migraciones. Pensaba que con ese nombre vuestra organización estaría más relacionada con el pensamiento y la acción de Ignacio Ellacuria”. El anterior es un comentario que se produce no pocas veces cuando personas conocedoras de la vida del rector de la UCA de El Salvador asesinado hace ahora veinticinco años descubren que nuestra misión gira en torno al trabajo por la ciudadanía inclusiva desde la realidad de las personas migrantes. Durante los días pasados me ha asaltado frecuentemente este cuestionamiento. He tenido ocasión de compartir un tiempo con la Red Jesuita con Migrantes en Guadalajara – México. La red está compuesta por todas las entidades jesuitas que acompañan, sirven y defienden a las personas migrantes. En este caso, en el llamado “flujo norte”, que lleva a miles de personas centroamericanas y mexicanas a transitar desde sus países, a través de México y hasta los Estados Unidos. He podido aprender sobre la situación en los países de origen. Junto a las razones económicas y a la reunificación familiar, cada vez cobra más fuerza la expulsión por la violencia social ejercida por el crimen organizado y las maras. Nos hemos asomado a la inmensidad de sufrimiento y violaciones de derechos humanos que enfrentan los migrantes en su tránsito. Acoso policial, secuestros, crimen organizado, extorsión, violencia sexual, tráfico de personas, accidentes en “La Bestia” (los trenes de mercancías que abordan para avanzar). Muchos y muchas desaparecen en el camino. “Lo importante es no perder la vida para seguir adelante…soportamos que nos golpeen, nos secuestren y vendan, nos violen, nos roben…” decía un joven hondureño en un albergue de Guadalajara. Pedro Pantoja, sacerdote a cargo de los albergues en un territorio controlado por el cártel de los “zetas”, hablaba de “la flor que nace de la muerte” en referencia a las tantas mujeres que a pesar de sufrir vejaciones y violaciones en el camino, conservan la determinación de tirar adelante. También hemos conocido a toda la red de personas que se movilizan en su apoyo, muchas veces enfrentándose a los mismos poderes fácticos y criminales que controlan el territorio. Son redes de albergues, gente organizada o individual que ofrece su hospitalidad, aun a costa de jugarse el patrimonio y la vida. Las Patronas, mujeres campesinas de México que apoyan a los migrantes, quizá sea una de las experiencias más conocidas. “¿Por qué es delito compartir nuestro pan?”, nos decía Norma Romero, una de sus fundadoras. “Ustedes nos importan, también tenemos hijos”, es lo que replican a los migrantes que se sorprenden ante su respuesta solidaria. Las caravanas de madres y familiares que parten de Centroamérica en busca de los familiares desparecidos en el camino también suponen también una reacción a toda esta violencia. El tránsito culmina con el paso de la frontera a Estados Unidos, cada vez más militarizada. A la vez, se produce un fenómeno que conocemos bien en Europa: su externalización. La frontera sur de EE.UU. se corre hacia el sur de México. Los retenes militares y policiales son frecuentes en todos los corredores, muchísimo antes de que los migrantes se acerquen a la línea fronteriza. Quienes consiguen cruzar se enfrentan a la detención, criminalización y a una deportación muchas veces realizada sin la mínima consideración humanitaria. Son dejados de noche, en zonas fronterizas controladas por el crimen organizado, despojados de los mínimos medios, como teléfonos, dinero, etc., donde fácilmente son presa de todo tipo de abusos. La crisis de los menores migrantes no acompañados de este verano ha situado en la palestra esta realidad en toda su crudeza. Y, finalmente, también hemos podido acercarnos a toda la labor que las organizaciones de migrantes latinos llevan a cabo en Estados Unidos por la reforma migratoria, reivindicando el derecho de tanta gente que durante años ha contribuido a la sociedad estadounidense con su trabajo en situación indocumentada. La situación se ha complicado después de las elecciones de principio de este mes. Todo el mundo está a la espera de que el presidente Obama adopte por decreto una decisión que sea beneficiosa para los millones de migrantes que viven una situación tan precaria, separados de sus familias, o con el riesgo de ser deportados y serlo definitivamente de las que formaron en Estados Unidos. Todas estas personas me han impactado y conmovido profundamente. El mencionado Pedro Pantoja, nos hablaba de los y las migrantes como “sujeto histórico emergente” que “nos ha hecho perder el miedo a la muerte” y al cual “tenemos que seguir en su camino, su lucha y sus símbolos”. Esta realidad tan apabullante y central de la realidad sociopolítica del momento, junto con tantas historias desbordantes de coraje, solidaridad y redención en medio de la muerte me llevaron a preguntarme si Ignacio Ellacuria no estaría hoy en medio de esta batalla, con los mismos instrumentos que utilizaba en su tiempo: el análisis crítico, la investigación, el diálogo social y político, la creación de opinión. He podido formular la pregunta a varios jesuitas centroamericanos con los que he convivido estos días. Algunos de ellos fueron compañeros de Ellacuria. La respuesta ha sido coincidente, entre ellos y con lo que yo barruntaba: el “hacerse cargo de la realidad, cargar con la realidad y encargarse de la realidad” propio de Ignacio Ellacuria hoy no dejaría escapar la cuestión migratoria. Claro que esto no deja de ser una especulación y un juego mental. Pero tal llamamiento a analizar la realidad y asumir nuestra responsabilidad en su transformación no puede obviar este auténtico fenómeno de la migración, que impacta a las mayorías populares en Centroamérica y es una seña de identidad del mundo entero. Para hacerse cargo de la realidad, lo primero y fundamental es una mirada honesta a la misma. La mirada desde abajo – desde las víctimas, desde quien está privado de sus derechos, desde “los y las nadie”– es la que nos permite abrirnos a una preocupación universal por una sociedad y una ciudadanía inclusivas. Así que en nuestra entidad llevamos con orgullo y […]