“Abrir la puerta de nuestro hogar a Youssef ha sido una de las experiencias más ricas y profundas que hemos vivido como familia. En un primer momento, sentimos algunos temores: un poco de miedo a no poder adaptar nuestras dinámicas, a no saber encajar la nueva situación, a no ofrecer a Youssef lo que necesitaba… Una vez tomada la decisión, los obstáculos se esfumaron y la acogida ha sido mucho más fácil de lo que nos habíamos imaginado, desde la logística familiar, hasta las relaciones interpersonales. Youssef nos ha regalado la posibilidad de explorar las debilidades y el potencial de nuestra familia; de superar la limitación de algunas seguridades ficticias; y de poner rostro a la realidad hiriente que viven muchas personas como él. Nos ha hecho más conscientes, más sensibles, más humanos y, por tanto…, más felices. Eskerrik asko, Youssef!”
Iñigo y Mónica
“Me lo he pasado muy bien con Youssef. Al principio, estaba un poco nerviosa pero, finalmente, ha sido genial. Lo que más me ha gustado ha sido estar con él y poder ayudarle un poco. Tengo que agradecerle que haya estado con nosotros.”
Vera, 9 años
“El primer día estaba tan nervioso como Youssef. Los primeros días me costó un poco adaptarme. Como Youssef estaba haciendo el Ramadán, a veces, no podíamos hacer tantos planes como nos hubiera gustado. Le he cogido cariño y ahora que no está con nosotros, le echo en falta. Conocer la historia de Youssef me ha hecho darme cuenta de lo afortunado que soy. En adelante, trataré de quejarme menos por tonterías o cosas que no tienen importancia”.
Beñat, 11 años
“Ha sido increíble poder compartir con Youssef estas semanas y conocer lo dura que es su historia. Poner nuestro granito de arena para que pueda seguir adelante y conseguir lo que busca me ha hecho sentir bien. Me quedo con todo lo que he aprendido de él: su valentía para venir aquí, sin conocer a nadie ni entender nada; sus ganas de aprender, haberme acercado a su cultura…; y mil detalles más del día a día. Ahora, todos le echamos de menos y lo que sé con seguridad es que, en nuestra casa, siempre habrá un sitio para él.”
Malen, 13 años
