Muchas veces, cuando nos hablan de jóvenes inmigrantes, nos vienen a la cabeza un sinnúmero de ideas, casi todas negativas. Pero, ciertamente, no dejan de ser más que un tópico. Pensar que aquellos jóvenes vienen a Euskadi simplemente a pasar el rato o, en el peor de los casos, a dañar la seguridad ciudadana, es un mito falso que deberíamos desmontar para pensar en positivo y valorar los esfuerzos que la gran mayoría de ellos hacen para insertarse en la sociedad de acogida aportando sus talentos y la diversidad cultural que traen.
En el mes de diciembre, hemos asistido a una de esas miradas positivas que desmontan mitos y apagan tópicos. La Fundación Social Ignacio Ellacuría y la Obra Social La Caixa se unieron para apostar por el futuro de 14 jóvenes que actualmente se están formando en la Escuela de Química de Jesuitas (Indautxu) para poner todas sus capacidades al servicio de este país. Ellos quieren aportar lo mejor y estas dos obras les han dado un impulso al dotarles de los elementos que pueden ayudar su proceso de aprendizaje.
Enhorabuena por los jóvenes y por las organizaciones que siguen creyendo en el potencial que nos brinda la nueva sociedad de la inmigración.
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