Hace unos días, Manu Arrue y yo, hemos vuelto de visitar tres campamentos eskaut (Kilimusi Eskaut Taldea, Txispeleta Eskaut Taldea y Indautxuko Eskautak). Aquellos grupos que, a través de Euskalerriko Eskautak han abierto la posibilidad a que jóvenes migrantes participen en ellos, con una propuesta de voluntariado.
Así, siete jóvenes nacidos en Marruecos, Nicaragua y Camerún han colaborado durante quince días en tareas de cocina, compras, montaje de estructuras y tiendas de campaña, sistemas de «agua corriente y duchas», apoyo a monitores, etc.
Chavales que han decidido pasar estos días ayudando en lo que hiciera falta a otros jóvenes, a los que en su mayoría no conocían de antes. Después de un año de formación, cursos y trabajo, han decidido dedicar su tiempo libre a una nueva experiencia en la que conocer gente diferente, otras realidades, saliendo de uno mismo y yendo al encuentro del otro.
Han sido espacios de relación y convivencia en la naturaleza, entre jóvenes diversos, tratando de fomentar valores como el respeto al entorno y a los demás y la sencillez de vida. Además, también se ha podido celebrar la fe, en comunión entre distintas formas de creer, ya que estos días estábamos celebrando el Ramadán.
A la vuelta del verano, tendremos el testimonio directo de los protagonistas. Pero ahora os adelantamos que todos y todas, madres y padres, monitores y jóvenes, han disfrutado enormemente de esta oportunidad de encuentro de tú a tú, entre quienes habitualmente no se cruzan en la vida. Había mucha emoción y lágrimas en la despedida. No en vano han sido dos semanas de vida alternativa y diferente a la que nos propone mayoritariamente la sociedad, donde sacar lo más auténtico de cada persona.